sábado, 31 de enero de 2009

Marzo

Se sentía como de niña el primer día de clase. Sólo las dudas y el miedo correteaban por su cabeza como acostumbraba a hacer en el patio del colegio. Solía estar en el rincón cerca de la fuente con sus amigas sin preocuparse por mucho más que estar a la hora de vuelta en clase. Su primer día lo recordaba con nostalgia, recodaba lo mucho que le costó entrar en aquella jaula, como solía llamar ella a su clase. Tenía mucho miedo de enfrentarse a algo nuevo, sólo quería estar en su casa como hasta entonces; no entendía por qué le hacían pasar por eso sus padres, quienes tanto amor le transmitían en casa. Intentó por todos los medios escaparse del momento de entrar en el autobús que, como la barca de Caronte, le llevaba de camino al infierno. Todos sus lloros, pataleos, gritos y súplicas fueron en vano y sólo sirvieron para convencerse de que no le gustaría ese lugar al que tuvo que finalmente ir enjuagando sus lágrimas sobre el pañuelo que su madre le había regalado ese día. En realidad la vida consiste en una serie de sensaciones limitadas que se repiten a lo largo de ella vistas desde una ventana diferente. Si pudo hacerlo veinte años atrás, podría hacerlo esta tarde.


Hacía girar la cucharilla en sentido de las agujas del reloj como le decía su abuela que se debía hacer. Pensar en ella le tranquilizaba en momentos como ése por los que tantas veces había pasado. No terminaba de acostumbrarse a sentir ese cosquilleo que le poseía de los pies a la cabeza impidiéndole actuar con normalidad ante las situaciones que requieren hacer alarde de una cabeza fría.


Volvía a retomar su trabajo en aquel lúgubre edificio. Estaba concienciada con el momento pero no por ello dejaba de esperar con todas sus fuerzas encajar en el lugar como lo hizo años atrás cuando aceptó el puesto. Se autoconvencía a sí misma de que estaba más que preparada para volver a sentarse en aquel despacho, pero no podía dejar de pensar en las reacciones a las que tendría que hacer frente de ahora en adelante. ‘¿Me recibirán con alegría o cuchichearán a mis espaldas? ¿Evitarán hablar del tema? ¿Seguirá todo igual?’ Muchas preguntas naufragaban en las costas de su cabeza perdidas, buscando desconsoladamente respuestas. Tenía algo seguro, pasase lo que pasase no se dejaría dominar por los nervios ni se atormentaría con la idea de no haberlo intentado. Se lo tomaba más como algo personal, se demostraría a sí misma y al mundo que puede con todo lo que se proponga.


Habían sido unos meses durísimos, pero parecía que todo había vuelto a ser como antes de meterse en todo aquello. Dos veces había estado ingresada tambaleándose sobre el fino hilo que separa la muerte y la vida. Empezó a sentirse sola y buscaba consuelo en aquellas botellas. Poco a poco el cuerpo iba tolerando más cantidad, obligándole a consumir más y más litros. Mientras bebía notaba cómo cada trago le hacía más infeliz, pero no podía salir de aquel círculo vicioso; no sin ayuda. Tenía la casa desarreglada y el frigorífico vacío, su familia y amigas le llamaban menos, en el trabajo tenía cada vez más despistes y oía murmuros detrás de que le volvían loca. Una tarde su jefe le invitó a pedir la baja para volver nueva y le dio la tarjeta de su psicólogo. La cogió, aceptando su derrota. Era momento de afrontar su problema, no podía seguir así.


Había estado asistiendo a reuniones con gente como ella que le hacían sentirse comprendida y acompañada. Le gustaba sentarse cada semana y desahogarse entre sus nuevos compañeros y esto le animaba cada día a acostarse con una sonrisa en la boca, pensando en comunicar sus pequeños logros del día en aquella sala.


Su logro hoy era volver a todo aquello. Respiró hondo, sacudió las migas de su falda y se puso el bolso. Era momento de dejar las inseguridades atrás y mostrar su mejor sonrisa tras aquella puerta metálica. No estaba segura de si saldría como esperaba, pero al menos no podría reprocharse en el futuro el no haber podido enfrentarse al momento. No había nada que perder sino mucho que ganar.

1 comentario:

  1. Es cierto, que caos estar en un hoyo, es de grandeza aceptar ayuda, saber salir adelante, y de gigantes enfrentar los miedos y desafíos... Es lindo ser tan pequeño y ser tan grande

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