sábado, 31 de enero de 2009

Febrero

8:15 Suena la banda sonora de mi niñez. Me la pasaron hace pocos meses y el oírla me hace transportarme a aquellas tardes vacías delante de la pantalla. Hace años olvidé esa sensación. Y no me arrepiento.

Lunes... Odio los lunes con todas mis fuerzas. Iré a aquel manicomio como todos los lunes, me sentaré y satisfaré mi atormentado sentido de la responsabilidad que tanto me enorgullece. No, en realidad no lo hace, sólo me llega el eco de los halagos que ya estoy acostumbrada a escuchar y a veces me aburre. Si sonríes y cuentas detalles eres poco menos que una estrella, si vuelves la mirada e intentas cambiar el tema, no te interesa nada. Estoy harta de las tan versátiles convenciones sociales.

Me compraré un despertador que no sea tan desagradable. ¿Qué me pongo hoy? La misma pregunta de siempre. ¿Qué hay de comer? Olvidé hacer la compra. Maldita responsabilidad. Qué bien se está en la cama con el frío amenazando ahí fuera, ojalá pudiera estar entre estas sábanas eternamente. Dormir, soñar, vivir. ¡Alehop! Es mejor hacer estas cosas de un tirón. Ya estoy arriba.

13:58 ¿Pero qué…? Otra vez, qué panda de fieras impacientes. Deberían regalar bozales por la calle, harían un bien a la comunidad, especialmente a la mía. Ya puestos, tendré que levantarme. Hoy había lentejas y carne, no me gustan. Qué rebelde soy. Encima tengo el pantalón manchado, voy a tener que salir arreglada incluso a recibir a esas bestias. Mejor me quedo un poco más.

Ayer no estuve hasta muy tarde. Ya va siendo hora. ¿Qué me dijo? Ojalá estuviera aquí dentro, la conversación hubiera cambiado. Me tengo que cortar el pelo, pero no en las Damas otra vez, me dejaron horrible. Lo que cambia la gente con un peinado diferente. Me queda darle un último empujón a ese ladrillo. Lo dejé en la muerte de Víctor. Hace mucho que no llama, pero tampoco yo lo voy a hacer. A él también le tendrían que poner un bozal. Y una vida, para que dejara de indagar en la mía.

Hace un poco de frío. Me levantaría a ponerme otra manta, pero sería renunciar a mí misma. Le llaman orgullo, otros, pereza; yo le llamo sueño. Cómo me apetece un café cargadito y con mucha espuma. En casa se hacen muy bien. A veces la echo de menos, pero si comprara una cafetera el problema estaría resuelto. Soy tan materialista a veces que me doy miedo. A esto creo que le llaman hipocresía, yo lo llamo humanidad. Me gustaría ver cultivando su mente y predicando al pobre de la esquina. Primero la supervivencia y luego la práctica de las virtudes. ¿Quién decía eso? Qué cabeza la mía. Debería usar estrategias mnemotécnicas de ésas. O mejor, comprarme el juego de ejercitar la memoria. En la estación una vieja lo tenía.

Mejor me dejo de rollos y me levanto. Ánimo.

9:00 Hoy te he adelantado, viejo amigo. Pocas cosas me molestan más que despertarme antes de la hora. Lo bueno es que la tortura es más llevadera. En verano me entraba la luz del día por las cortinas y me levantaba de buen humor. Debería abrir las cortinas y dejar que el sol me diera los buenos días. Siempre es más agradable. ¿Cuánto tiempo llevo así? Esto es una completa pérdida de tiempo. Con las cosas que tengo que hacer. Debería llamar a José. ¿Me habrá enviado el e-mail ya? Luego lo miro. Qué majo es.

Hoy vuelvo a sentir la sensación de soledad. En realidad no es tan terrible. En realidad me gusta. Sentirme libre .No preocuparme por nadie. Velas. Renacimiento. Un café. Leer. Un helado. Con cucurucho, no tarrina. Largas conversaciones. La música. Limpiar mi habitación. Un gatito. Mejor dos. Minuciosidad. Él. Comprarme un bollo para desayunar. Pandas. Neologismos. Mimarme. Aprender. Soñar. Placer. Ojalá todo en la vida girara en torno a él. No. Sería aburrido. Odioso. Odio lo odioso. También la rutina. Quiero escapar. Llueve. Debe de ser una conexión entre interior y exterior. En realidad soy muy vulnerable, pero no se me tiene que notar. Unas gotas me golpean, me desgarran, me retuercen, me asfixian, me agotan.

Hoy necesito descansar. Qué sueño. Puede esperar.

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