lunes, 22 de noviembre de 2010

Sudor

Corrían sin descanso en una larga carrera que los debilitaba con cada coletazo. Se empujaban, pisoteaban y tropezaban entre ellos en la competición más importante de sus vidas. Entre ellos sobresalía uno, estaba concentrado, con la mente puesta en el objetivo mientras iba adelantando a unos y otros. Piensa en la recompensa a su esfuerzo y se ve ganador. El sufrimiento es inevitable, el dolor es el resultado. El acto de correr roza lo metafísico, se siente elevado, cree haber trascendido del plano de lo puramente físico a algo grande, mucho más grande. La meta es el nirvana, un lugar donde desarrollarse plenamente. Corre para dar sentido a su existencia. Corre para llenar un vacío. Corre para cumplir con el objetivo que le fue asignado. Corre por placer. Debe ganar o morir. Por fin llega, y se oye un grito ensordecedor.

En un bus

El primer día de clase te sentarán frente a aquel chico de gafitas. Os haréis amigos y te presentará a Carlos. Irás a casa acompañada de ambos y al despedirte el chico de gafitas te dará un beso en la mejilla antes de salir corriendo. Te acompañará todos los días. Os haréis novios. Verás a tu madre coger el coche, la despedirás con un déjame en paz y esa será la última vez que la veas. Te acostarás con el chico del Peppers y descubrirás lo tonta que has sido por esperar tantos años. Te acostarás también con el del Camelot y el de Lingüística aplicada. Se lo contarás a tu novio. Tendrás niños y los verás crecer. Uno será arquitecto, el otro drogadicto. Tu marido te dará una bofetada y te irás de casa. Tendrás reuma y cogerás el bus cincuenta y tres para ver a tu padre. Tendrás un accidente y tus sesos se estamparán contra el cristal de salida de emergencia. El primer día de clase te sentarán frente a aquel chico de gafitas. Os haréis amigos y te presentará a Carlos. Irás a casa acompañada de ambos y al despedirte el chico de gafitas te dará un beso en la mejilla antes de salir corriendo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Vacaciones

Qué bien que vayamos a la playa, Charles. Siempre he querido viajar, conocer mundo... Creía que cuando nos casáramos todo sería diferente. Que me llevarías a bailar, que me acompañarías de tiendas, que celebraríamos en casa las fiestas de cumpleaños de los niños, que iríamos a la ópera y otras parejas nos envidirarían... Pero no, tú nunca me sacas de casa. Y estoy harta de que no lo hagas. Estoy harta de eso y de que dejes los calcetines sucios por el suelo. Y de que al llegar a casa dejes el abrigo en el primer sitio que ves. Estoy harta de tu falta de romanticismo, ¿hace cuánto que no me besas al llegar a casa? ¿Hace cuánto que no me traes flores? ....Oh, Charles, ¡Charles! ¿En qué momento perdimos todo eso? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ... ¡Charles! ¿Quieres hacerme caso cuando te hablo? Deja de jugar con esas cuerdas y arghh... Char-... ghhh... por...ghh fa...argh...