sábado, 16 de mayo de 2009

Café italiano

Martes. Las quince dos puntos cincuenta. Es el único momento del día para relajarme entre piedras, números y soles inquietos. El tiempo parece haberse detenido este instante. La paz. Somnolencia querida. Languidez deseada. El sol se esconde tras una nube dispersa haciendo que la temperatura sea la idónea para el dulce aletargamiento. Cierro los ojos unos instantes para sentir el aroma del cappuccino. Le doy un sorbo y la espuma me cosquillea los labios. El mejor que he probado, sin duda.

Abro la libreta y hojeo las páginas hasta dar con una en blanco. Saco el boli y las palabras fluyen por el papel. Definitivamente Italia es inspiradora. Aún más su café.