sábado, 21 de noviembre de 2009

#3: Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro.

Su sangre todavía goteaba por los bordes de la mesa. Encendió un cigarro. Mientras la colilla se consumía, pensó en llamar a Diane, la que podría haber sido su promotora, para contarle la gran obra de arte que había creado aquella tarde, pero prefirió disfrutar de cada calada con la mirada fija en las gotitas de sangre que iban cayendo cada vez más lentamente y manchaban la alfombra. En su cara no se leía ningún sentimiento. Ni dolor, ni placer. Nada. Pero ella estaba feliz, por fin había logrado crear algo verdaderamente bueno, algo por lo que el mundo entero la recordaría. Saldría en los libros de Historia del arte como la precursora de un movimiento que marcaría un antes y un después. La imagen de su estudio daría la vuelta al mundo y por fin se demostraría que tenía el talento que le habían negado en cada portazo.

-Humo, sangre y oscuridad. Blanco, rojo y negro. Esperanza, pasión y agonía... Perfecto, es perfecto— susurró antes de dar su última calada y dejar de respirar.

Su cuerpo yacía desnudo ahora sobre su escritorio. Las luces apagadas, la colilla totalmente consumida, la sala iluminada por las luces de la calle y la sangre todavía fresca sobre la moqueta a modo de firma.

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