martes, 17 de abril de 2012

En la opaca noche los cuerpos se confunden. La hipnosis de su mirada pétrea y estrellada seduce la candorosa piel. Cada poro se abre, cada vello se eriza al contacto. Sus soplos son cortos y huelen a humo y a hojalata. La sangre bulle y pide salir a borbotones deshaciendo el hielo de sus tubuliformes ojos. Molesta la voz, interrumpida. La decadente atmósfera es pesada y neblosamente incoherente. Sus mejillas saben a húmedas brasas.

Se somete. El añil la subyuga.

Corren enajenados los movimientos, cautivos del aroma a canela, y el polvo del cabecero se sacude con el devenir, con golpes y arremetidas. El cuerpo pesa y el alma estalla en un suspiro.

Murmura el vigor, saluda a la lenidad. Somnolientos, sus pieles se rozan en un esfuerzo final y vuelven a la vida.

3 comentarios:

  1. Gracias. Estoy en plena fase de metamorfosis :)

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  2. Ya he notado algo en los textos ya. Suerte y que se sequen pronto las alas que no hay tiempo que perder para empezar a volar.

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